A mediados de esta semana me acerqué al complejo lagunar de Laguardia en Álava, con la intención de probar suerte con los bigotudos y demás especies de aves típicas de los humedales. El otro objetivo principal era el de intentar localizar y fotografiar a los enigmáticos torcecuellos, con los que había disfrutado enormemente en alguna visita anterior.
El biotopo protegido de las lagunas de Laguardia lo forman tres pequeños humedales. Carralogroño y Carravalseca, son lagunas temporales endorreicas, de origen natural, mientras que el Prao de la Paul, es un pequeño embalse creado sobre una antigua zona encharcada.
Mi sorpresa fue tremenda al comprobar a mi llegada que las lagunas estaban totalmente desecadas, sin siquiera un atisbo de agua en ellas. Enseguida localicé un cartel donde se informaba que se estaban llevando a cabo acciones sobre el complejo lagunar, para erradicar tanto flora como fauna invasoras.
Esta actuación que supongo que a corto plazo será positiva para el complejo, arruinaba mi idea de poder avistar aves en un humedal actualmente inexistente, así es que destine todo mi esfuerzo a tratar de localizar al torcecuellos que tan buen sabor de boca me había dejado en ocasiones precedentes.
Tan pronto como localicé la zona por donde se producían sus reclamos, me instalé en una de las mesas que tienen dispuestas a modo de merendero en un área de esparcimiento y desde allí logré captar las siguientes fotografías.
Lo malo que tiene sacar fotografías en un ambiente natural, en las ramas de los árboles que ellos eligen como posaderos y no en un posadero preparado donde puedes controlar la iluminación que llega y prescindir de ramas y hojas indeseadas, es que tienes que lidiar con luces y sobras incontrolables, así como con ramas y hojas entrelazadas que dificultan enormemente los encuadres, visibilidad, iluminaciones y composición de las fotos, pero eso es precisamente su entorno natural.
Torcecuello euroasiático
Ruiseñor común