A veces los hábitats más inhóspitos esconden secretos maravillosos
Como se puede apreciar, el entorno donde se encuentra el martín deja mucho que desear, un improvisado posadero que bien pudiera ser un listón de madera con salpicaduras de pintura, un fondo fluvial que deja entrever hierros retorcidos como de restos de naufragios, nada que nos extrañe en ríos que han sido sede de vertidos indiscriminados e improvisados basureros por desgracia durante demasiados años. Sin embargo salta a la vista que si les damos un respiro cesando en esas nefastas prácticas su capacidad de regeneración es inmensa.
Yo que me he desplazado cientos de kilómetros ilusionado ante la posibilidad de poder fotografiar al martín en su hábitat natural, me he quedado sin palabras al encontrarme con este individuo en pleno centro de mi pueblo en un río al que creía gravemente enfermo y donde jamás hubiera imaginado poder encontralo, vivir para ver...
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