Había leído en Internet que un ejemplar de ampelis europeo, una especie residente en la taiga de los países del norte de Europa y que raramente se aventura a desplazarse tan al sur, había sido visto en el parque del señorío de Bertiz en Navarra. Así es que ilusionados con la posibilidad de poder avistarlo nos acercamos al parque el pasado sábado 5 de Enero.
Tan pronto como aparcamos vimos que justo en frente a una de las verjas de entrada al mismo se agolpaba un grupo de aficionados con su telescopios, prismáticos y cámaras, aquello presagiaba que estábamos en el sitio justo en el momento indicado. Nos acercamos al grupo y preguntamos si estaban allí por el ampelis, nos confirmaron que efectivamente y que se le había visto en varias ocasiones a lo largo de la mañana.
El día no era el más adecuado, había una densa niebla y a pesar de que nos comentaron que acabaría por despejar, al final no lo hizo. No nos importaba demasiado, si finalmente conseguíamos el objetivo de poder avistarlo. No había transcurrido mas allá de un cuarto de hora, cuando el silencio que suele reinar en estos casos cuando se está a la espera de poder ser testigo de un acontecimiento tan especial quedó roto por el murmullo de los que avistaron con sus prismáticos el esperado huésped. !Allí esta¡ ¿Donde? Alli, alli, en aquel árbol alto sin hojas, !Ah si ya lo vemos¡
Como veis, las fotos realizadas desde muy lejos y con una luz muy poco favorable, no son mas que para testimoniar que efectivamente el ampelis, estaba allí. Muchas veces la emoción que se experimenta al ser partícipe de un acontecimiento tan excitante, no conlleva poder inmortalizar el momento con una foto que realmente le haga el honor que se merece, pero esto es lo que ocurre cuando los actores siguen las reglas de la naturaleza. Al tiempo se le antoja vestirse de invierno, nada raro si hablamos de enero y al ampelis se le ocurre posarse a lo lejos allí donde las bayas de muérdago le resultaban más apetecibles.